Una desconocida se le acercó y le dijo: "Te amo". - Él la miro sin prestarle atención.
Ella insistió, y agregó: "Podría morir por ti". - Él se limitó a decir: "No te creo".
Una bala y la sangre de la chica salpicada sobre su camisa fueron suficientes para disipar todas sus dudas.
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